viernes, 22 de febrero de 2008

Viejas citas

Alguien dijo alguna vez: "yo no soy este cuerpo, ni esta vida absurda",
siempre me gustó la frase.
Alguna vez escribí:
"La irremediable fatalidad se posó
sobre mis sábanas sucias y mi cuerpo herido.
Soy una criatura de contradicciones,
no soy nada, y son el mundo entero".
Sigo creyendo en la totalidad del individuo y en la nulidad del ser,
pero mis sábanas están limpias,
las heridas ya no sangran como ayer.
Y la vida ... la vida seguirá siendo absurda, pero será mía.

Haciendo las cosas bien

Hace unos días tuve una consulta con la doctora N., quien me trató durante varios años por desorden alimenticio. Hacía mucho tiempo que no la veía, desde que me dio el alta del tratamiento en 2004 ó 2005.
La doctora N. guarda en sobres unas hojitas sueltas en donde ha escrito todo lo que alguna vez le he dicho. Siempre me parecieron simpáticas. Ella las repasa antes de verme y me recuerda cosas que ya he olvidado sobre mí misma.
Durante toda la sesión observé el consultorio detenidamente, estaba igual. Intenté ubicar la caja de pañuelos descartables que tenía siempre a mano, pero no estaba, era la única diferencia. Sobre ese escritorio se han derramado muchas lágrimas.
¿Cuántas mujeres se habrán sentado en esa silla? La misma silla que me sostuvo cuando llegué ahí por primera vez, gracias a mi mamá, que me llevó prácticamente engañada. Yo no reconocía mi enfermedad en ese tiempo, y me costó muchísimo aceptarla, cuando llegué ahí sólo quería bajar de peso. Cuánto pasó después de eso. Cuántas lágrimas.
Le conté lo que me había pasado, el mal año que tuve, y cómo terminé en la peor recaída que he tenido hasta ahora. Le conté de M. y de lo sufrí por él, le conté los problemas en mi casa, también sobre los logros que había tenido.
Fue sumamente catártico, volver a verla, que no haya dramatizado mi recaída, que me recordara cosas que dije hace varios años, que sus consejos fueran tan certeros, que me mire y me diga que estaba muy linda con una calidez que me emociona. La Dra N. tiene un modo escucharte que te alivia, ella siempre ha sabido enterder lo que me pasaba, y extrañaba contarle cosas sobre mi vida. Ella ya lo ha escuchado tantas veces y sin embargo parece que yo fuera la única paciente que atendió en su vida. De vez en cuando esboza una sonrisa y me hace algún chiste. Al verla estoy segura de que voy a estar bien, es algo que es capaz de transmitirme.
Salí del consultorio contenta, como si hubiera tomado una bocanada de aire fresco después de una larga asfixia. A veces es necesario pedir ayuda, de nuevo, recurrir a esa gente que nos ha hecho bien, contarles, hablar, desahogarnos. A veces hace falta un consejo y recordarse ciertas cosas que se habían olvidado.
No es necesario que vuelva al tratamiento, ya hay muchas cosas que he aprendido. Pero no quiero que me pase de nuevo esto de sentirme perdiendo meses enteros de mi vida, ya he opacado años completos.
QUIERO SER UNA MUJER SEGURA, FUERTE, ALEGRE, EN PAZ CONMIGO MISMA, ES LO ÚNICO QUE ME IMPORTA EN LA VIDA. SENTIRME BIEN EN MI PROPIA PIEL, QUE NO ES POCO, CREANME.

jueves, 7 de febrero de 2008

Poniéndose al día

Hoy volví de vacaciones. Ha pasado bastante tiempo desde mi última entrada en este blog y han pasado algunas cosas conmigo en estos días.
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Había llegado a mi casa vacía un sábado a la noche. No sé qué me molestó ese día, o el día anterior, o todos los días, no puedo verlo con claridad. Comí y vomité. Era helado. Después decidí salir a bailar. Mientras viajaba en un taxi sonó mi teléfono. Mi mamá había descubierto el secreto que venía guardando durante estos meses. Me preguntó si había vomitado, lo negué, pero después la llamé y le conté la verdad. Sí, yo no estaba bien. Lo dije, por fin lo dije. Le dije que no se preocupara, que ya había sacado turno con mi doctora. Era cierto. El 18 de febrero voy a ver a mi médica. Desde esa noche todo cambió, me he sacado un peso de encima.
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Me fui de vacaciones con tres amigas. Viajamos en el auto de los amigos de un amigo a los que no conocíamos. La situación me ponía incómoda. Pensaba que cuando me conocieran no iba a gustarles. Yo siempre quiero gustar. Me preocupaba que me vieran en bikini. No iba a ser fácil para mí usarla y mucho menos con estos chicos ahí. Por momentos pensé en excusas para no ir a las vacaciones. ¿Cómo algo tan divertido como ir a la playa puede volverse tan traumático? Yo pensaba que no iba a poder sacarme la ropa, que me iba a dar demasiada vergüenza. Sin embargo, lo hice, aunque no en frente de ellos. No fue tan difícil, no fue tan traumático, costó, pero pude hacerlo. Ahora estoy bronceada por el sol y eso me hace feliz. Cosas pequeñas me hacen feliz.
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Una chica me dejó un mensaje en este blog casi olvidado, es por eso que estoy escribiendo de nuevo. No sé si serán interesantes los pequeños relatos de mi insignificante vida. Sin embargo, sé que hay personas que pueden identificarse con lo que me pasa e intento ser lo más honesta posible con eso. Gracias por el comentario. También me ha hecho feliz. Suerte.